Transcurridas dos terceras partes de la temporada, tras disputar 39 de los 60 partidos posibles, es un buen momento para analizar este nuevo Barça de Luis Enrique, a punto de entrar en la fase decisiva en la que aspiramos de nuevo a todos los títulos, un triplete soñado por todos los aficionados culés del mundo.

A lo largo de la temporada, el equipo ha ido evolucionando. El míster ha ido buscando dar con las teclas apropiadas intentando mantenerse fiel a la filosofía del club, a través de la cultura del esfuerzo y la competencia feroz como base de su proyecto. Primero quiso darle una necesaria consistencia defensiva al equipo, después ha logrado una flexibilidad en el estilo de juego en busca de la imprevisibilidad y, por ultimo, ha conseguido aumentar (o está en vísperas de ello) al máximo el rendimiento individual de todos los cracks al servicio del colectivo.
1. Seguridad defensiva
Tras un inicio espectacular de año, manteniendo la portería a cero en los primeros siete partidos oficiales, el asturiano ha ido implantando unos conceptos defensivos básicos en la táctica de juego para obtener, con las líneas muy juntas, una solidaria agresividad en todo el campo que favorezca conseguir un alto porcentaje de posesión de balón y efectuar la presión tras pérdida para recuperarla en el menor tiempo posible. El Barça, de todos es sabido, se defiende a través de la posesión, pero sin la activación tras la pérdida, el equipo se rompe y ofrece debilidades en el repliegue. Por tanto, dicha presión es fundamental para ofrecer nuestra mejor versión.

Presión tras perdida (Foto @GarrinchaMGZ)
Otra de las teclas que ha tocado el míster (y todo el staff técnico) ha sido la mejoría del juego aéreo, uno de los principales puntos débiles que arrastraba el equipo. En ambas áreas, las prestaciones del grupo han mejorado exponencialmente, hasta tal punto que se ha conseguido ser casi inexpugnables en la defensa de corners y faltas laterales (que se lo cuenten al Atlético de Simeone) al mismo tiempo que se obtienen buenos números en ataque, los mejores de los últimos tiempos.
Y por último, aunque no menos importante, ha sido el relevo en la portería del mejor guardameta de la historia del club. Luis Enrique ha conseguido acertar con Bravo en el campeonato doméstico (va camino de un histórico Zamora) y Ter Stegen no desentona tanto en copa como en Champions. Veremos cuando lleguen los partidos más importantes, pero creo que todos los aficionados estamos tranquilos pues la baja de Víctor Valdés está muy bien cubierta.
2. Flexibilidad en el estilo de juego
Tras varios años sin apenas variar el estilo (que tantos triunfos nos ha dado), llegaba el momento de dar una vuelta de tuerca al juego ofensivo del equipo, pues muchos rivales nos tenían cogida la medida y a otros eran difícil superarles, lo cual antes no sucedía. La evolución era necesaria y, aunque han surgido dudas a lo largo de la temporada, parece que será la apuesta de aquí a final de curso, un Barça más vertical y letal al contraataque, que no renuncia al tikitaka pero que no se basa en él. Velocidad de balón, transiciones rápidas, pases en largo cuando antes se hacían en corto…, todo ello en busca de ser imprevisibles para el rival.
Al fin y al cabo, Luis Enrique no ha hecho más que cumplir su palabra, jugar al ataque. Aunque le ha llevado su tiempo ajustar todas las piezas (su fe en las rotaciones le ha retrasado en su objetivo), los automatismos del equipo son ahora más habituales, gracias a una intensidad que se refleja en el campo claramente y traducida en unos resultados fantásticos frente a rivales de entidad, lo cual nos hace pensar que este grupo es capaz de hacer algo grande este año.
3. Rendimiento individual al servicio del grupo
Una de las decisiones más difíciles de comprender han sido, sin duda, las dichosas rotaciones. Pero, como su misma trayectoria dice, los equipos de Lucho suelen acabar mejor de cómo empiezan el año y él solamente busca lo mejor para el grupo, tenerlos a todos enchufados y, llegado el momento decisivo, tener a los mejores frescos para decidir en los partidos importantes.

El once ideal
Gracias a esto, el míster ha logrado dibujar en su mente ese once ideal para dichos momentos decisivos, pero no ha sido fácil. Para ello ha tenido que sacar lo mejor de cada uno de ellos, desde Piqué (líder indiscutible en el juego aéreo), Mascherano (auténtico jefecito juegue donde juegue), Rakitic (con el mono de trabajo sobre su smoking) o Neymar (con un nuevo rol defensivo y tan decisivo en ataque como en la canarinha). Son sólo unos ejemplos, pero el mérito de toda la mejoría es atribuible a su entrenador, que los tiene a todos implicados en conseguir los ansiados títulos por la afición culé.
El margen de mejora de este equipo reside en apenas un par de apuntes, ambos a punto de corregirse y que decidirán en buena parte los títulos logrados a final de temporada. Uno es la adaptación de Iniesta en su nuevo rol de interior más físico-táctico y el otro es la plena integración de Luis Suárez al engranaje del equipo. El bueno de Don Andrés ya ha dado muestras de la versión que el míster quiere de él, pero sin renunciar a su magia y su fútbol único, mientras que el charrúa ya está sacando su versión pistolera y ha dejado atrás su sequía goleadora. Todo parece encajar a la perfección, aunque todavía hay alguien que come aparte…
4. Messi, el futbolista total
Parecía que se nos agotaban los calificativos para el que, para este humilde servidor, es y será el mejor jugador de la historia. Pero no, resulta que ahora la pulga se vuelve a reinventar en un jugador total. La influencia de Messi en el juego del equipo ha ido in crescendo y ha evolucionado al mismo ritmo que el equipo, incluso más. Ya no es el falso 9 al que enjaulaban las defensas rivales. Ahora despliega todo su fútbol desde la derecha, haciendo de interior, volante, mediapunta y delantero. Todo en uno.
De nuevo el jugador rosarino demuestra que quiere ser el mejor, demuestra su aporte defensivo con numerosas recuperaciones, se escora en banda atrayendo rivales para ejercer su nueva e ingeniosa maravilla, el alley-oop, para que el bueno de Neymar (machaque el aro) perfore la portería rival. Cuando el equipo necesita pausa, la da. Cuando necesita vértigo, también. Tal es la influencia en el juego del equipo que ya no es el finalizador, sino el arquitecto, el director de orquesta que dirige, manda, crea, asiste y golea.
Lo comentaba mi amigo @Banquilleros en su magnífico post http://planetadeporte.es/futbol/2015/16021607-712341 «Messi controla el juego desde cualquier posición del campo que ocupe. Se tira a banda o emigra al centro, sube a la posición de 9 o se junta con Rakitic e Iniesta para generar juego. Su total y absoluto control de la situación, el conocimiento de lo que su sola presencia genera en cada metro cuadrado del terreno de juego, lo pone al servicio del grupo para hacer del Barça un equipo con infinidad de alternativas y soluciones.
Leo Messi es y será lo que el quiera, pero será el mejor. Decía una caricatura del diario @Sport, tras fallar un penalty en un día que nos ofreció una exhibición de juego en la primera parte ante el City nunca vista (como muestra la imagen), que «Algunos humanos necesitan meter penaltis para sentirse dioses. D10S tiene que fallar penaltis para sentirse humano».
Pues eso, si Messi es capaz de superarse a sí mismo, será la mejor noticia para sus compañeros, su entrenador y todos los culés del mundo, pues él es la tecla más importante…
http://unculeenlamalagueta.com/
VISCA EL BARÇA !!!
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