No es fácil la vida sin Messi. Y mucho menos aún sin la magia del ilusionista de Fuentealbilla ni la batuta del director de orquesta de Tarrasa. La ausencia de los tres integrantes del Balón de Oro 2010, auténticos buque insignia del mejor equipo de la historia, debería obligar a Luis Enrique a modificar parcialmente el planteamiento táctico aunque sin abandonar nuestra filosofía, potenciando otros recursos de una plantilla mermada por las lesiones pero rica en polivalencia posicional.
En su primer año, el técnico asturiano superó todas las expectativas conquistando un triplete increíble, con un proyecto con muchas caras nuevas, impregnando su carácter competitivo a la plantilla y evolucionando el juego del equipo para lucir al máximo el brillo de un tridente letal, acaso el más letal de la historia. Era el cambio del Barça de los centrocampistas a otro nuevo, el Barça de los delanteros. De la pausa al vértigo. Del juego de posición al contraataque. Si el tikitaka no era suficiente, ahí estaba la pegada. Al Barça de Lucho no le hacía falta dominar todos los partidos de principio a fin. A veces le bastaba con un intercambio de golpes del que se sabía ganador. Con armas como la vuelta de la presión tras pérdida, la espectacular mejora del juego aéreo en ambas áreas y un trío de ases prácticamente imparable el Barça fue capaz de ganarlo todo, algo casi irrepetible…
Pero si el pasado año se supo hacer frente a todas las adversidades, es en éste donde deben dar lo mejor de sí mismos, tanto el cuerpo técnico como los jugadores, pues este año tampoco lo están teniendo nada fácil. Tras el adiós de Xavi Hernández y la venta de Pedro, Adama o Deulofeu, una pretemporada nefasta, un inicio de competición demasiado exigente y una numerosa plaga de lesiones nos ha llevado a esta nueva coyuntura en la que estamos inmersos. Vamos a intentar resolver la situación.
Con un pequeño giro táctico, vamos a convertir el clásico 4-3-3 en un 3-4-1-2, basado en tres centrales, dos carrileros largos, un doble pivote escalonado y un enganche en el centro por delante de dos delanteros. No es un sistema nuevo, sino más bien la suma de algunos de ellos, pero todos en la cabeza del mister. Es el Barça de los carrileros, un Barça sin Messi, Iniesta ni Xavi, pero con Piqué, Busquets, Neymar o Luis Suárez como columna vertebral, más el resto de compañeros que completaría un once que sea competitivo hasta el regreso de Andrés y de Leo. Incluso sería válido con ambos en el dibujo, por tanto no es una idea sin más, sino una solución al reto que Lucho tiene que resolver en este momento y un nuevo recurso válido también para el futuro.
Con este dibujo sobre el campo, obtenemos de inmediato seguridad defensiva atrás. En la zona de contención (aunque es todo el equipo el que debe defender), la suma de un central más a la zaga nos haría crecer en el juego aéreo, facilitaría la salida desde atrás con el balón y ayudaría en la recuperación del mismo tras su pérdida. Dejando a Piqué el carril central, desempeñando la función de líbero, estaría acompañado a ambos lados por dos centrales correctores, rápidos tanto en el corte (retorno defensivo) como en la anticipación (ayudas en la presión). Como en plantilla tenemos a cinco centrales, no deberíamos tener problemas en cubrir las tres posiciones (todo lo contrario que pasa en el centro del campo con los interiores), siendo Mascherano/Bartra en derecha y Vermaelen/Mathieu por izquierda los encargados de acompañar a Piqué en la misión de mejorar la fragilidad defensiva de una zaga que ha encajado demasiados goles hasta la fecha.
En la zona de creación, donde el equipo está ahora más debilitado que nunca, se posicionarían dos interiores de una forma escalonada, a modo de doble pivote, con Busquets y Rakitic como actores principales encargados de crear juego, llegar en segunda línea, activarse tras la pérdida (Busquets) e incluso dar el último pase o intentar el disparo lejano (Rakitic), todo ello añadido de un necesario sentido táctico para no partir el equipo por el medio y disminuir al máximo las posibilidades de contragolpe del rival. Junto a ellos los nuevos laterales-carrileros, que deben saber ser también centrocampistas (Sergi Roberto) o extremos (Jordi Alba), obligados a recorrer las bandas sin descanso o dándole amplitud y profundidad al equipo, según lo requiera el guión del partido.
Por último, en la zona de definición, nos encontramos con la posibilidad de mantener el tridente actual sin Messi, con Neymar y Suárez en sus puestos y Munir o Sandro en la derecha; o bien resituar de enganche en una posición más centrada a Neymar, en modo seleçao, para que de el paso al frente que se le pide (y que de hecho ya ha dado) aprovechando todo el caudal de juego que puede aportar desde dicha posición: pausa, verticalidad y/o genialidad. Tanto Munir como Sandro deberán aprovechar estos minutos, ya que con la llegada de los refuerzos en enero (Turan, Vidal, quizás Nolito…) lo tendrán más difícil, mientras que el charrúa Luis Suárez debe seguir siendo el referente de la delantera, con su lucha, su entrega, sus asistencias y sobre todo, con sus goles, que por eso es uno de los mejores delanteros del mundo y lo está demostrando desde que llegó.